miércoles, 2 de septiembre de 2009

La sociedad de los caracoles

Una vez mas me invade la culpa al ver que he vuelto a dejar algo a medias, y esta vez ha sido el blog. Eso me pasa por hacer las cosas sin proposito, al menos sin uno medianamente firme, pero mis propositos, mis motivos y mis convicciones cambian cada pocos meses. Cosas de la edad, dicen. Esta vez me he preguntado a mi misma para que quería este blog, pero sobre todo por que lo queria (y tambien lo sigo queriendo)

Todos parecemos estar de acuerdo en que cuando se critica a alguien se trata de ocultar ese defecto en uno mismo. Y resulta que yo llevo años criticando a casi todos los de mi alrededor. Una de mis mayores criticas era que todo el mundo parecia actuar segun lo esperaban los demas, todos parecian actuar segun la misma corriente, todos seguian a la masa. Y aqui cito a Mark Renton, protagonista de Trainspotting:

"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact-disc y abrelatas electricos. Elige la salud: colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos unos trajes en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolaje, y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá y ver teleconcursos que embotan la mente y explotan el espíritu, mientras llenas tu boca de puta comida basura."

Y ahora es cuando yo descubro que eso es precisamente lo que yo estoy eligiendo. Me dejo llevar por la corriente. Yo, que me distanciaba de la masa disfrutando de las culturas alternativas, escuchando esa clase de musica que no sale en la lista de los mas vendidos, interesandome por las cosas que la gente de mi edad desconoce. Yo, que tanto adoro todo lo extravagante, me dejo llevar por la masa.

Y aunque me duela admitirlo conozco la razón: miedo. Miedo a no tener la vida feliz que me habian pintado. Nos sentimos mejores que los animales, cuando nuestra vida se traduce en lo mismo: monotonía. Comemos, dormimos, y nos reproducimos. Ilusa yo, que me sentía superior a un caracol.